La actividad física no sólo mejora la salud, sino que también puede aumentar la tolerancia al dolor y reducir la percepción del malestar
Un estudio realizado por nueve investigadores en Noruega, publicado en la revista científica PLOS ONE, ha revelado que las personas físicamente activas tienen una mayor tolerancia al dolor. El experimento, que analizó a más de 10.000 participantes, consistió en una sencilla prueba: sumergir la mano en agua fría. Los resultados demostraron que quienes realizaban ejercicio con frecuencia mostraban una mayor resistencia al dolor en comparación con aquellos menos activos.
El estudio sugiere que no solo mantenerse activo mejora la tolerancia al dolor, sino que el tipo de ejercicio también influye. Actividades aeróbicas como correr o nadar son especialmente beneficiosas, ya que liberan endorfinas, lo que disminuye la percepción del dolor. El incremento en la actividad física no solo mejora la resistencia al dolor en general, sino que también podría ser una estrategia efectiva para prevenir o aliviar el dolor crónico.
Además, los investigadores plantean que el ejercicio intenso puede cambiar la respuesta del sistema nervioso ante estímulos dolorosos, haciéndolo menos sensible con el tiempo. Estos hallazgos refuerzan la importancia del ejercicio físico regular no solo para la salud general, sino también como una herramienta potencial para gestionar el dolor a largo plazo.