Cambiar el asfalto por la arena durante el verano es una práctica común entre los corredores
El primero de todos es que puede mejorar tu resistencia cardiovascular, ya que la superficie blanda e irregular de la arena aumenta la resistencia, haciendo que tu corazón y músculos trabajen más. Además, el terreno arenoso puede ayudar a mejorar el equilibrio y la estabilidad, fortaleciendo los músculos estabilizadores de las piernas, el tronco y los tobillos.
La atmósfera de la playa y el mar puede tener un impacto tranquilizador y revitalizante, posiblemente reduciendo el estrés y la ansiedad mientras mejora el bienestar general. La combinación de ejercicio físico y la belleza del entorno playero también puede estimular la liberación de endorfinas, los neurotransmisores naturales del cuerpo conocidos por su capacidad para elevar el ánimo.
Sin embargo, también tiene sus desventajas. La arena puede aumentar el impacto en tus articulaciones, por lo que es crucial correr en la zona húmeda, que es más estable. Además, cabe destacar que los corredores deben estar acostumbrados a esta superficie, de no ser así podría llevar a futuras lesiones.
Aunque correr en la playa puede ser beneficioso, no es lo mismo que correr en el asfalto y requiere precaución y adaptación.